Viaje al horror del crapware: esto es lo que pasa al intentar instalar dieciséis programas clásicos hoy día
No intentéis esto en casa. De verdad. Para alguien con unos conocimientos básicos de informática y, sobre todo, con un mínimo de sentido común, este experimento es una pequeña locura digital. Porque hemos hecho aquello que ningún usuario debería hacer: instalar diversas aplicaciones tradicionales y hacerlo convirtiéndonos en usuarios que solo dan en "Siguiente", "Siguiente" y "Siguiente". El horror.
De intentarlo, si osáis hacerlo, os recomendamos que utilicéis un viejo PC o portátil basado en Windows que no tengáis en uso, o bien aprovechar la magia de la virtualización para que al menos ese experimento no salga de los límites del contenedor de la máquina virtual. Porque instalar aplicaciones sin medida y aceptando todos los términos tiene una consecuencia directa: el crapware dominará vuestro equipo (por no decir vuestra vida) y hará que vuestra experiencia de usuario empeore de una forma asombrosa.
Tratando de ponernos en la piel del usuario final
Uno de los objetivos de este experimento era el de tratar de ponernos en situación y olvidarnos de todo lo que sabemos (o creemos saber). ¿Qué haría un usuario final de Windows sin grandes conocimientos a la hora de buscar aplicaciones para su PC o portátil recién estrenado? Probablemente utilizar el navegador para buscar en Google por ciertas aplicaciones.
Hace tiempo que en Windows la tienda de aplicaciones trata de ofrecer una alternativa válida para encontrar herramientas de todo tipo, pero las prestaciones de esa tienda no parecen ser el punto de partida de muchos usuarios. Asumimos que de inicio esos usuarios aprovechan Internet Explorer, y aunque aquí podríamos equivocarnos, teníamos que partir de algún punto para el experimento.
Al realizar esas búsquedas los resultados dejan claro que el posicionamiento de servicios como Softonic acaben convirtiéndose en referencia para muchos usuarios, así que acabamos utilizando esa opción en estas pruebas. Ya publicamos aquella reflexión sobre el futuro de una empresa que pasó del amor al odio en poco tiempo, pero es innegable que su presencia en estas lides sigue siendo muy importante.
Eso también nos ayudó a tomar algunas decisiones más para el experimento. Por ejemplo, qué aplicaciones instalar para las pruebas. En este caso acudimos al ránking oficial de este servicio, en el que teóricamente están las aplicaciones más populares. Es una clasificación como cualquier otra en la que la lista tiene el mismo problema que todas las listas: que son todas las que están, pero no están todas las que son.
Era imposible responder a todas las necesidades, así que nos decidimos por las primeras herramientas disponibles, muchas de ellas en ámbitos muy dispares, para realizar este análisis. Faltarían muchas por analizar en esa inclusión (o ausencia) de crapware, pero hemos podido sacar muchas conclusiones interesantes. La primera y más importante, insistimos, es la de que no recomendamos que hagáis este experimento. No hay necesidad, de verdad.
Empieza la aventura. O más bien, la pesadilla. Primer episodio: antivirus
En ese ránking actual -cambia cada día, así que no os extrañe que las posiciones ya no sean estas- nos encontrábamos con Avast Antivirus 2015 como el primer clasificado. Se trata de una aplicación conocida y gratuita en esta versión. Lo cierto es que en este caso concreto no hubo demasiadas sorpresas desagradables, pero ya nos coló la primera aplicación no solicitada: Chrome.
El navegador de Google es una excelente alternativa a Internet Explorer, así que la queja no es en ese sentido, sino en el de incluir esa solución cuando como en el resto de casos lo único que queremos es instalar aquello que hemos decidido descargar. Como sucede en casi todos los casos que comentaremos aquí los asistentes de instalación muestran opciones que permiten no instalar esas herramientas adicionales, pero víctimas del "Siguiente, Siguiente", así que continuamos con el proceso hasta el final.
Aquí llega la primera reflexión, por supuesto: ¿qué sentido tiene instalar un antivirus más?Muchos usuarios no conocen bien la oferta software de los equipos que compran, pero hace tiempo que Microsoft incluye su propia suite de seguridad con antivirus (Windows Defender), pero a los fabricantes eso les suele dar igual: lo primero que hacen es preinstalar alguna suite adicional (McAfee es un clásico) para promocionar esa protección adicional de estas herramientas especializadas que, por supuesto, son solo muestras de evaluación y tratan de convencernos de que nos compremos la versión final.
El mundo de la seguridad informática se nutre del desconocimiento y el miedo de los usuarios, y aunque por supuesto hay opciones mejores que otras, la suite por defecto de Microsoft ofrece ya una buena primera barrera de protección. Añadir McAfee, Avast o cualquier otra solución en versión de evaluación es algo que acaba provocando molestias (continuos mensajes de actualización, peticiones de compra de paquetes superiores) y no es desde luego garantía de una mejora increíble en la detección y eliminación de amenazas.
El ejemplo del horror total: aTube Catcher
Ha habido un poco de todo en esta selección de aplicaciones y su comportamiento a la hora de instalar crapware, pero si hay una destacada en el marco de los horrores esa es aTube Catcher, altamente recomendada por Softonic, esta herramienta permite teóricamente descargar vídeos de YouTube para verlos offline, pero también realizar otras tareas como convertir entre formatos de vídeo o crear DVDs y Blu-ray con esos contenidos.
Qué fantástico, diréis. Hasta que empieza la instalación. Chrome -que por cierto, se ha convertido en navegador predeterminado gracias a nuestra complaciente actitud- bloquea su instalación, peronosotros somos usuarios cabezones. Queremos llegar hasta el final, así que probamos con Internet Explorer, que nos deja descargar el archivo de instalación. ¿Recordáis nuestra reflexión sobre antivirus? Aunque Windows Defender está desactivado por el fabricante, o McAfee o Avast deberían quejarse en caso de detectar amenazas. Pues no.
Nos lanzamos a la instalación en modo automático (todo "Siguiente", confiamos en la bondad de los seres humanos) y aquí es donde empiezan a aparecer advertencias. El asistente nos avisa de que va a modificar tanto el buscador por defecto como la página de inicio de Chrome a través de Oursurfing. Pero lo hace por nuestro bien, claro. También instala Swift Record (publicidad en resultados del navegador y en cualquier sesión de navegación, creedme, esto no se lo deseo a nadie), Apps Hat (buscador de aplicaciones para Android, qué pinta aquí eso ya no lo sabemos), FilesFrog Update Checker (que nos promete una experiencia de usuario óptima, qué ironía) y tras este último "Siguiente" empieza a instalarse.
En la primera ejecución de aTube Catcher (¡queremos descargar vídeos!¡queremos descargar vídeos!) se nos avisa de que hay una actualización del sistema, y es ahí donde por fin tanto Avast como McAfee se mosquean. Nos da igual, queremos descargar vídeos de YouTube (por algo la hemos instalado). Así que permitimos la actualización, que por cierto, lleva bastante más tiempo del esperado para una herramienta teóricamente "pequeña" como esta. Prefiero no pensar en lo que estará ocurriendo en segundo plano.
Y atención, porque cuando creíamos que habíamos terminado de instalarlo, nos columpiamos. Comienza de nuevo el proceso de instalación, que va a más. En un derroche de toma de decisionescambia de nuevo el motor de búsqueda por defecto (que ya nos había cambiado) y ahora utiliza Ask.com -viejo conocido de los amantes del crapware-, además de instalar WinZip Registry Optimizer, algo que nos da especial pena ver tras haber conocido a aquel mito de la compresión de archivos que ahora tiene que recurrir a estas cosas.
Y por fin podemos comenzar a utilizar aTube Catcher. En la primera ejecución se muestran sus virtudes: se empiezan a abrir varias ventanas, como la del navegador (nada demasiado extraño aquí) para mostrar una página de propaganda de la herramienta, además de confirmarse la petición de cambio del motor de búsqueda. A su vez Registry Optimizer encuentra 110 errores de registro (saber si son reales o no es o quién los ha generado es otra cosa) y nos invita a repararlos. Pues claro, hombre. Esto es una fiesta. Cuando acaba el análisis final para la reparación, por supuesto, la aplicación no hace nada: tenemos que pagar por la versión completa, o bien optar a la reparación de 15 errores. Por cierto, durante la ejecución también saltan algunas alertas de los antivirus, que deben pensar que
Es en este punto cuando cerramos esa ventana y decidimos que ya está bien. Que queremos descargar vídeos de YouTube. Pero para eso, claro, necesitamos insertar la URL del vídeo. Somos usuarios noveles, ¿qué es una URL? De dónde la sacamos? Lo mismo ocurre con el resto de la interfaz de una aplicación que sí, teóricamente permite convertir vídeo, grabar screencasts o audio y crear DVDs y Blu-rays, pero cuyo manejo se escapa probablemente de la comprensión de cualquier usuario básico. Pero ahí está para cuando queramos usarlo. Si lo conseguimos.
No todo son malas noticias
Los siguientes programas del ránking se comportan de forma mucho más respetuosa. Uno de los curiosos es Minecraft. Buena opción, desde luego: así nuestros hijos también pueden aprovechar el nuevo PC o portátil. Da igual que este videojuego sea también todo un negocio (y lo decimos en el buen sentido) porque el propósito de nuestro experimento es si Minecraft instala algo sin que nos enteremos. Pues no. Aunque en primera instancia se queja del proceso de instalación y nos insta a volver a intentarlo, en el segundo intento todo va como una seda, así que no hay queja. Creemos.
Es el turno del editor de vídeos Windows Movie Maker, que desde Softonic ofrecen en su versión 2.6. Existe una versión más moderna como parte de Windows Live Essentials 2012 -lástima que no hayan mantenido el interés por este sencillo pero funcional desarrollo-, pero nosotros nos conformamos con esta edición, que por cierto, se instala y ejecuta sin problemas, y, lo mejor de todo, sin sorpresas. Esto marcha.
Menos conocida y curiosamente recomendada es VirtualDJ 8, una herramienta para aficionados a las mezclas musicales que también es parte del top 10 de Softtonic -al menos, cuando realizamos este reportaje- y que de nuevo descargamos para instalar. No hay queja ni por parte del navegador ni por parte de los antivirus, y de nuevo la instalación va perfecta. Ejecutamos la aplicación, y todo correcto, aunque no es la versión completa que permite trabajar con teclados MIDI, utilizar vídeo o acceder a opciones avanzadas de configuración de sonido. Pero desde luego permite trabajar (o jugar, según se mire) en este tipo de contenidos.
La tentación de los contenidos P2P
Entre las aplicaciones más populares en estos ránkings están, por supuesto, las de compartir ficheros vía redes P2P. Estas herramientas son también un buen cebo para los usuarios noveles y sin grandes conocimientos, y pueden contribuir -aún más- a que nuestra experiencia frente al PC sea mucho menos segura o rápida.
En nuestro experimento probamos con dos opciones destacadas en Softonic. La primera fue Ares, un viejo (viejísimo, diríamos) conocido que ni siquiera pudimos llegar a descargar: los navegadores no nos dejaron, así que probamos con la segunda opción, uTorrent (μTorrent), otra de las leyendas del segmento de las descargas P2P.
La instalación de uTorrent nos avisa para empezar de que no paguemos por esta aplicación, que es gratuita -por si algún "listillo" trata de comercializarla, pero dudamos que un usuario novel se dé cuenta si acaba pagando por ella- , para luego activar las reglas en el Firewall de la suite de seguridad para poder funcionar sin problemas. Además nos indica que se ejecutará en cada inicio del equipo y nos invita a decargar gratuitamente una serie de contenidos promocionales. En este caso, unas sesiones de varios DJs, que podremos disfrutar gracias a la colaboración de uTorrent con esa distribuidora de contenidos.
También nos ofrece instalar PC Mechanic, otra suite de optimización del PC. En este caso al menos el asistente nos permite elegir entre instalarla o no, y no predefine ninguna opción. Un poco hastiados ya, elegimos que no aceptamos esa instalación, quizás confiando en que el refrán de podemos caer en la misma piedra una, dos o tres veces, pero quizás no cuatro a estas alturas. Quizás.
Al terminar la instalación en Chrome aparece un error de comportamiento extraño que invita a ejecutar una herramienta de eliminación de software. Aquí debo recalcar que jamás había visto esta advertencia en Chrome y no sabía que existiera esa herramienta, pero espero lo mejor de Chrome y la ejecuto para eliminar el problema. Del que por cierto, no se da ninguna información salvo al final, cuando un pequeño enlace muestra que por lo visto se trataba de la librería netlib y, en concreto, las rutinas para operaciones de coma flotante. Apenas entiendo qué quiere decir después de todos estos años, así que imagino lo que pensarán usuarios finales con menos experiencia. Chrome deja de quejarse y sigue su camino.
Mientras tanto uTorrent ha ido a lo suyo: a descargar esos contenidos promocionales. Avisa de que ha terminado, y en la interfaz brilla la publicidad (y no por su ausencia, sino por su presencia). Vídeoanuncio en una de las esquinas, opción a actualizar a Pro (streaming instantáneo de ficheros Torrent, protección anti-virus, reproductor y conversor de vídeos HD), ventana de navegador con promoción de Bundles en la parte más importante de la interfaz... ¡que el ritmo no pare! El festival de los contenidos P2P está a nuestro alcance con este cliente, pero todo ello aderezado con una interfaz mareante que perjudica seriamente la experiencia de usuario. Y su cordura.
Si puedes, aprovecha aplicaciones Open Source
Seguimos con este particular recorrido pero en esta etapa final el camino se allana. El siguiente en el ránking es CCleaner, otra de las conocidas en el ámbito de la optimización de equipos, y de las pocas que se salva normalmente de la quema de un mercado asolado por desarrolladores con muy malas intenciones. CCleaner es una herramienta que afortunadamente sí suele ayudar a los usuarios a resolver problemas para mejorar el comportamiento de sus equipos, así que casi nos alivia encontrar una opción decente (aunque como usuarios noveles esto no lo sabríamos normalmente, claro).
El caso es que comenzamos la instalación y todo va como era de esperar en una herramienta con esa experiencia. Se instala sin dar sustos, aunque nos advierte durante ese proceso de algunas ventajas que podemos activar. Por ejemplo, poder ejecutar CCleaner desde el explorador de archivos, instalar sus actualizaciones automáticamente o escanear las cookies del navegador desde el minuto cero. Aceptamos todo y la instalación se completa en unos instantes, para luego permitirnos en la primera ejecución analizar el sistema. El análisis y la corrección de esos primeros errores es correcto -la interfaz es relativamente sencilla incluso para usuarios noveles- así que nos quedamos tranquilos. Proseguimos. Y lo hacemos con dos ejemplos de la diferencia de esos desarrollos con otros caracterizados por su filosofía Open Source.
El primero de ellos es VLC, el reproductor multimedia por antonomasia para muchos conocedores de este mercado, y que ya desde el principio muestra sus buenas intenciones. La descarga va sin problemas, y el instalador, espartano y funcional -nada de efectos especiales- nos muestra de buenas a primeras los términos de la licencia GPL. Esto a un usuario novel le sonará a chino, pero en este punto es inevitable no comparar ese pequeño trámite que nos pone al corriente de nuestros derechos y obligaciones con el que ofrecen otras empresas a la hora de utilizar unos productos que tratan de encerrarnos más y más en sus ecosistemas.
Pero esto, de nuevo, al usuario final probablemente le dé un poco igual. Aceptará sea cuales sean los términos, que es lo que acabamos haciendo. Y es lo que hacemos para proseguir una instalación que da opciones a la hora de personalizar componentes (todo sí). El citado carácter abierto de la aplicación se demuestra en otros dos detalles. El primero, el que hace que en la primera ejecución se abra una ventana con las "Políticas de privacidad y red" que indica que "Para proteger su privacidad, el Reproductor multimedia VLC no recopila información personal ni la transmite incluso de forma anónima a nadie". Qué maravilla. El segundo, el que como en afortunadamente otras aplicaciones de este repaso nos indica que con VLC no hay regalitos adicionales. Queríamos instalar solo VLC, y hemos instalado solo VLC. Sin más.
Esa es la norma de las herramientas Open Source (que solemos asociar con Linux, pero que está muy presente en Windows y OS X), que no tienen ni trampa ni cartón. Y para muestra, otro botón (vaya, rima al canto): Firefox. Esa es la siguiente de nuestras herramientas en la lista de destacdas de Softonic, y como en el caso de VLC, la cosa va como una seda. Aquí Mozilla lleva ya tiempo demostrando su buen hacer y eso se nota en muchos apartados como el propio instalador, más refinado y que por ejemplo acaba preguntándonos si queremos importar marcadores, historial o contraseñas de IE o de Chrome. O de ninguno de los dos, porque aquí la libertad es lo que prima, oiga. Terminamos la instalación en unos segundos y nos encontramos con un navegador de Internet que sigue siendo un ejemplo de defensa de esa filosofía Open Source y de los estándares abiertos. Y que curiosamente está recuperando parte de su relevancia tras las cada vez más frecuentes críticas a Chrome. Pero ese es tema de otro artículo. Aquí lo importante -de nuevo- es que Firefox se instala sin sustos ni sorpresas. Como debe ser.
Los últimos sustos
Para completar el recorrido, un poco más de emoción. Continuamos esta experiencia de descarga de aplicaciones adicionales con Adobe Reader XI -así la llaman en Softonic, lo que se acaba instalando es "Adobe Acrobat Reader DC"- un lector de PDFs legendario que teóricamente debería estar libre de sorpresas. Con lo que has sido, Adobe, qué cosas. En esa instalación Softonic redirige a la página oficial de descargas de Adobe, a quien no lo debe gustar que se la salten, y aquí es donde nos damos cuenta por primera vez de que a nuestro Chrome le pasa algo.
En alguna búsqueda que realizamos aparecen más resultados promocionales de los acostumbrados, pero eso casi nos da igual cuando vemos que sea cual sea la página que visitamos -y ocurre también en la de descargas de Adobe- aparece una franja izquierda con anuncios. Publicidad pura y dura servida por Swift Record, que entra en acción sin misericordia alguna y que se convierte en otro de los elementos de esa particular pesadilla que estamos viviendo. Adiós a la experiencia de navegación limpia. Ni Avast, ni McAfee, ni CCleaner muestran señales de quejarse. Parece como si Swift Record fuea lo más normal del mundo. Horror.
A pesar de todo ello nos hacemos los suecos digitales y seguimos con el proceso de instalación de Adobe Reader XI. En el proceso de descarga, sorpresa sorpresa (ellos lo llaman "Oferta Opcional"): nos proponen descargar McAfee Security Scan Plus de forma gratuita. Pero como después de todo esto nos hemos comenzado a enterar de la película, desactivamos la casilla (que está activada por defecto, qué cosas) y comenzamos la instalación. El instalador es en realidad un pequeño gestor de descargas que se encarga de copiar a nuestro ordenador el fichero "gordo" de instalación real, y tras ello comienza la instalación automática que nos deja con ese lector de PDFs, por fin, instalado y preparado.
En el ránking continuamos con WinRAR, otra de las aplicaciones estrella para la decompresión de archivos (si alguien ha llegado hasta aquí, que se olvide de todas las demás e instale la alternativa Open Source, 7-zip). Su fama la precede, pero no es suficiente: lo que instalaremos es una versión de evaluación que funcionará normalmente durante 40 días. A partir de ahí, podemos olvidarnos. Por lo demás la instalación va bien, no hay (casi) herramientas adicionales instaladas, y eso sí: la versión descargada resulta ser la de 32 bits. Nos deja usarla sin problemas, pero el propio WinRAR nos recomienda usar la de 64 bits. El "(casi)" entre paréntesis de antes se debe a un pequeño obstáculo: en esa primera ejecución se abre una ventana con publicidad sobre la oferta de instalación de Utililab System Optimizer. No hacemos caso, nos estamos convirtiendo en usuarios avanzados, por lo visto.
En un nuevo alarde de atrevimiento nos lanzamos a instalar Songr, que teóricamente permite descargar canciones sin problemas (y sin coste, que es la gracia). Pero nos quedamos en el intento, porque Chrome detiene la descarga y no deja que vayamos más allá. Así que nos olvidamos de esta opción -supongo que ya intentaríamos buscar otras alternativas, o usaríamos uTorrent para este propósito- y nos vamos a la siguiente de la lista, Photoscape 3.
La herramienta de visualización y edición de fotos recomendada en esa lista se instala sin problemas y aparentemente sin sorpresas, pero una vez en ejecución preferimos cerrarla inmediatamente. La interfaz de uso es horrorosa e incomprensible, y aunque suponemos que todo es cuestión de acostumbrarse, afortunadamente el objetivo de este artículo no era utilizar todas las aplicaciones, sino instalarlas. Algo que puede llegar a ser otra pesadilla. Distinta, pero otra al fin y al cabo. Suspiramos (de alivio) y continuamos.
La penúltima de nuestras aplicaciones de prueba es Skype, la herramienta de mensajería y videoconferencia de Microsoft que poco a poco se va integrando en muchos equipos pero que sigue siendo una opción muy interesante para usuarios con sistemas operativos o equipos algo más antiguos. La descarga no da problemas y durante la instalación se nos avisa de que Bing será el buscador -y dale con cambiar el motor de búsqueda- MSN la página de inicio en todos los navegadores -eso molesta incluso más- y además se instalará la opción de clic para llamar con Skype, que hace que si se detecta un número de teléfono en una página web, podamos hacer una llamada a ese número directamente vía Skype. Claro está, aquí entran en juego las ofertas comerciales de llamadas de PC a teléfono fijo/móvil de este servicio, pero en esta parte de la instalación no dan apenas pistas sobre ello. Por lo demás, Skype para equipos de escritorio se instala y funciona perfectamente, y también lo hace sin sopresas adicionales. No está mal.
Acabamos nuestro repaso con iTunes, una aplicación de Apple que también está en la lista de destacadas de Softonic y que se descarga sin mayores problemas. En la instalación, no obstante, se nos queja: ese es el instalador para la versión de 32 bits, y nosotros tenemos un micro de 64. Tenemos que ir a la página oficial de Apple (que por cierto, no está bien enlazada en ese aviso), descargar iTunes de 64 bits, e instalarlo. Ignoro si un usuario final sin mucha experiencia lo lograría, pero desde luego le llevaría probablemente un ratito descubrir dónde está.
Antes de la descarga, por cierto, se nos pide el correo electrónico para recibir noticias y actualizaciones. Podemos descargar si desactivamos las casillas, pero están preactivadas y si uno no lo sabe de antemano antes de la descarga la página se quejará indicando que tenemos que añadir el correo electrónico. No regaléis ese dato a la ligera, por favor, que luego pasa lo que pasa.
En ese instalador, una vez ejecutado, aparece la licencia de uso -aquí es cuando me acuerdo de la de VLC- y un repertorio de derechos (pocos) y obligaciones (bastantes más) que Apple, como otras muchas, se encargan de dejar muy claras para que luego no haya quejas en ningún apartado. Aceptamos como buenos usuarios y tras la instalación, en la primera ejecución, aparece un mensaje de que Apple quiere que compartamos información sobre nuestra biblioteca para, por ejemplo, ver ilustraciones de los álbumes o información de los artistas de nuestra biblioteca musical.
Podemos decir que no, pero aquí un impecable diseño de Apple probablemente hará que buena parte de los usuarios -y más si no tienen un poquito de cuidado y experiencia en estas lides- acepten esa alternativa. No hacerlo no impide que usemos la aplicación, pero recorta sus opciones -por ejemplo, para las listas Genius-. Aquí es decisión de cada cual decidir si quiere o no acceder a que Apple sepa lo que escucha y deja de escuchar. Y de nuevo, esta es otra reflexión distinta, aunque sea igualmente importante o más que la de la seguridad de estas descargas. El viaje ha terminado.
Afortunadamente, esto puede ser solo una pesadilla
Este recorrido por el horror del crapware debería dejar claro que hay que tener mucho, muchísimo cuidado con lo que uno instala en su PC o portátil. Las empresas desarrolladoras de estas aplicaciones a menudo nos revelan sorpresas desagradables y está en nuestra mano buscar otras alternativas ante posibles problemas y, desde luego, tener un poco de sentido común a la hora de instalar todo tipo de herramientas. Muchos de los asistentes avisan de componentes adicionales y permiten desactivar esas instalaciones adicionales, pero hay que estar atento durante los procesos de instalación.
¿Cuál es el resultado al final del viaje? Pues un PC con un buen número de nuevas aplicaciones -unas solicitadas, otras no- que sobre todo está además plagado de servicios que corren en segundo plano y que el usuario difícilmente sabrá controlar. Esos pequeños programas que funcionan constantemente pueden ser benignos y beneficiosos, desde luego, pero hay otros muchos sospechosos que como mínimo restan recursos al resto de aplicaciones que sí queremos ejecutar. Acabamos con un PC lleno de basura ejecutando más basura, y a menudo todo por tratar de aprovecharnos de esa promesa de la gratuidad. Casi nadie da duros a cuatro pesetas (VLC y Firefox podrían considerarse excepciones en esto, aunque el último obtiene ingresos al usar su buscador), y esta es también la realidad en informática.
El panorama para usuarios noveles o sin demasiada experiencia sigue siendo complejo: la tienda de aplicaciones de Windows no destaca especialmente -esa interfaz Metro la orienta demasiado a interfaz táctil, entre otras cosas- y acudir a páginas oficiales de descarga en cada sitio web de cada desarrollador resulta complejo para muchos usuarios. La verificación de que esas aplicaciones son legítimas y no incorporan sorpresas -otros pueden aprovecharlas para ofrecer mirrors de descarga que sí incorporen sustos- es otro problema añadido, y en estos momentos hay pocas soluciones realmente válidas para un usuario que se enfrenta a un escritorio por primera vez y simplemente quiere aprovechar su PC y "hacer cosas".
Aquí sí destacaría un esfuerzo que desde hace tiempo lleva tratando de simplificar esa tarea. Se trata de Ninite, un "meta-instalador" que nos permite en su página web seleccionar una o varias de las aplicaciones recomendadas para luego proceder a esa instalación automática de todas ellas de golpe.En Ninite prometen versiones limpias y sin sorpresas -tienen por ejemplo una versión de uTorrent a la que habría que echar un buen vistazo después de nuestra experiencia de pesadilla aquí- y lo cierto es que la lista de soluciones destaca por recomendar herramientas con muchos galones y que además en buena parte son Open Source.
Es una buena forma de librarse de pesadillas, pero afortunadamente en estos casos hace tiempo que los fabricantes propusieron sus propias soluciones: hace tiempo que los equipos permiten reinstalar Windows de cero y borrar todos los datos gracias a las particiones de recuperación, así que aunque se trate de una solución drástica, puede ser una alternativa para los que ya estáis viviendo el horror. La realización de copias de seguridad de vuestros datos -fotos, vídeos, música, documentos, preferencias, etc- es ya otra de las recomendaciones clásicas, y como suele pasar en todos los ámbitos, tan solo hace falta un poco de sentido común para afrontar esa primera sesión con un PC o portátil basado en Windows que queréis utilizar de la mejor forma posible. Que usarlo no se convierta en una pesadilla depende en gran medida de vosotros.
FUENTE DE INFORMACIÓN: http://www.xataka.com/aplicaciones/viaje-al-horror-de-crapware-esto-es-lo-que-pasa-al-intentar-instalar-dieciseis-programas-clasicos-hoy-dia
Comentarios
Publicar un comentario